EN EL MAR...
Por la blanda arena que lame el mar tu pequeña huella no vuelve más. Un sendero solo de pena y silencio llegó hasta el agua profunda... Un sendero solo de penas mudas llegó hasta el agua profunda. Son las dos de la madrugada. Acostada en mi cama, en el silencio de la noche, no puedo vencer el pesar y la oscuridad que se ha generado en lo más profundo de mi estómago. Justo a mi lado, en su cuna, mi bebé que cumplirá su primer año en dos meses, con el chupete caído sobre el colchón, duerme profundamente. Extiendo un brazo y con mi mano le cojo la suya a sabiendas de que sigue ahí, tan indefensa y a la vez tan en paz, esa paz y tranquilidad que da el sentirse confortable y protegida en un espacio que le es conocido. Un ser tan pequeño que ya sabe perfectamente que esas caras que ve a diario la quieren, la cuidan y al menor llanto acudirán a su lado restableciendo de nuevo su mundo, ordenando sus miedos, cualquier malestar; regalándoles ella la mejor de sus sonrisas. Todo está bien. Doy u