EN EL MAR...


Por la blanda arena que lame el mar
tu pequeña huella no vuelve más.
Un sendero solo de pena y silencio 
llegó hasta el agua profunda...
Un sendero solo de penas mudas
llegó hasta el agua profunda.

Son las dos de la madrugada. Acostada en mi cama, en el silencio de la noche, no puedo vencer el pesar y la oscuridad que se ha generado en lo más profundo de mi estómago. Justo a mi lado, en su cuna, mi bebé que cumplirá su primer año en dos meses, con el chupete caído sobre el colchón, duerme profundamente. Extiendo un brazo y con mi mano le cojo la suya a sabiendas de que sigue ahí, tan indefensa y a la vez tan en paz, esa paz y tranquilidad que da el sentirse confortable y protegida en un espacio que le es conocido. Un ser tan pequeño que ya sabe perfectamente que esas caras que ve a diario la quieren, la cuidan y al menor llanto acudirán a su lado restableciendo de nuevo su mundo, ordenando sus miedos, cualquier malestar; regalándoles ella la mejor de sus sonrisas. Todo está bien.

Doy una vuelta y me acomodo buscando la postura que me recompense con el esperado sueño. Tranquila, tranquila... resoplo e intento olvidar la imagen siniestra del profundo y frío mar, de la soledad. Pero ahora es mi pequeña la que comienza tímidamente a removerse y en cuestión de minutos está lloriqueando. Me levanto, le hago el biberón y la agarro mientras ella se lo bebe sin abrir los ojos. Las habilidades adquiridas hacen que termine rápido. La miro y la estrecho fuertemente entre mis brazos. Esta noche el abrazo está lleno de amargura. No importa nada el sueño o el cansancio. Tengo la gran fortuna de tenerla aquí conmigo al igual que mi hija mayor, dos habitaciones más allá. Se me derraman dos lágrimas por las mejillas a las que seguirán más durante un largo rato. Al otro lado del Estrecho, en la isla de la eterna primavera, tú no tienes esa fortuna, no tienes ese consuelo ni lo tendrás jamás. Duele.

Sabe Dios qué angustia te acompañó
qué dolores viejos cayó tu voz
para recostarte arrullada 
en el canto de las caracolas marinas.
La canción que canta en el fondo oscuro del mar
la caracola...

Esta no es una historia de locos como muchos dirán: "hay que estar loco para hacerle daño a dos criaturas, a sus propias hijas". ¡¡NO!! ¡¡BASTA YA!! Un loco no trama un plan despiadado. Un loco no se despide de su familia dejando atados todos los cabos. Esta es una historia de cuerdos. Es la historia  de un hombre ejerciendo su fuerza, ejerciendo la más despiadada de las VIOLENCIAS MACHISTAS: la violencia vicaria. Aquella que persigue causar dolor a la madre a través de los hijos. En esta ocasión llevada hasta el mayor de los extremos con el asesinato de los mismos. No existe crueldad más grande ni mente más perversa que aquella que decide acabar con la vida de dos almas inocentes para quienes representa la seguridad. La traición más canalla.

¿Por qué lo hiciste? Machismo, machismo y más machismo. Tu supremacía como hombre no te permitía vivir con serenidad sabiendo que la mujer que amaste no volvería contigo, que probablemente encontraría la felicidad con otra persona, que tus hijas compartirían tiempo con él. Necesitabas acabar con ese malestar interior ¿Verdad? Seguramente pensabas que eran tuyas. Pero las personas no son propiedad de nadie. Ni siquiera los hijos lo son. A los hijos les das la vida como un regalo, les ayudas a moldear sus alas para que vuelen en libertad. No eres más que un hombre corriente, un cuerdo que ha mostrado su peor cara y una estupidez suprema. Porque si de verdad hubieras sido tan inteligente como has querido aparentar, habrías respetado los aconteceres de la vida, habrías seguido a su lado, compartiendo su crianza, cuidándolas, viéndolas crecer. Ellas seguirían vivas y nadie te podría haber sustituido nunca. Habrías sido su padre para siempre; te habrían querido. Ahora solo eres un ASESINO, su asesino. El que las arrojó a un abismal océano para que nadie las encontrara, para que nadie las volviera a acurrucar en el calor del amor.

Desde el año 2013 casi 40 menores han sido víctimas de este tipo de violencia. Y todavía hay algunos y, todavía peor, algunas, que niegan que exista una violencia machista. Me corroe las entrañas el escuchar y leer ciertos comentarios al respecto de este desolador suceso. Personas que califican el asesinato de "suicidio ampliado". Otras que justifican el hecho realizado por este ser vil aludiendo a comportamientos de la madre. ¿¡¡Cómo se os ocurre ni tan siquiera abrir la boca para dejar salir de ella sandeces!!? ¿Qué poder tenemos en nuestras manos como sociedad para solucionar esta lacra, este terrorismo? ¿Qué podemos hacer? No existe cárcel ni pena o condena que pueda parar a un hombre que decide acabar con la vida de su mujer o de sus hijos. Eso no les importa en absoluto, si les da igual morir en el camino... Solo nos queda la educación desde la más tierna infancia; en la familia y en los colegios. Educación que lleve el FEMINISMO por bandera, la igualdad de géneros. No hay otra forma que esa. No quiero que se me caiga la cara de vergüenza volviendo a escuchar a una mujer decir que ella no cree en el feminismo o no es feminista. Eso es imposible. Es como querer juntar los polos iguales de dos imanes; como decir que eres vegetariana y atiborrarte a hamburguesas. No se puede ser mujer sin ser feminista. No se puede ser mujer sin sentir una ínfima parte del dolor que hoy siente Beatriz.

Precisamente a ti, Beatriz, quiero dedicar las últimas palabras de este escrito. Llora todo lo que lleves dentro. Llora ríos y mares tan grandes como el que aún tiene apresada a una de tus pequeñas. Pero nunca jamás te permitas sentir la duda de qué hubiera pasado si... Tú no tienes responsabilidad alguna en este crimen y no dejes que NADIE te haga creer lo contrario. Solo tienen miedo y complejos. Saca fuerzas de donde no las tengas y vive como ellas querrían que lo hicieras. No diré que todos somos Beatriz, que todos somos tú, porque solo aquellas personas que hayan experimentado en sus carnes algo parecido pueden realmente ponerse en tu piel y saber de qué dolor hablamos. Pero sí que puedo decir que NO ESTÁS SOLA. Que hoy muchísimas personas lloramos contigo. Que se nos han quedado grabadas en la memoria y en el alma las caras de esas dos niñas preciosas jugando entre ellas. Esperábamos y deseábamos ver esa imagen de vuelta a casa, de abrazos. La edad me aleja cada vez más de la fé que me inculcaron y la creencia de que hay algo más después de la muerte. Pero hoy más que nunca me gustaría estar equivocada, dejar asomar la esperanza y que algún día puedas volver a reunirte con tus niñas y rodearlas en un abrazo eterno. Ojalá así sea...

Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral
y fosforescentes caballos marinos
harán una ronda a tu lado
Y los habitantes del agua 
van a jugar pronto a tu lado...



 


 

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